La supervisión es un instrumento de mejora profesional, es un espacio donde las profesionales expertas pueden confrontar lo que hacen y lo que van aprendiendo desde el respeto y el apoyo de su propio equipo. La supervisora se introduce dentro de este espacio como un instrumento para indagar, mediar, articular y acordar una intervención conjunta para el bienestar de las personas usuarias así como en beneficio del ambiente de trabajo de las profesionales.
En los equipos multidisciplinares se interviene desde diversos saberes, escuelas de pensamiento y a veces diferentes objetivos que pueden entrar en conflicto entre ellos. El trabajo llamado multidisciplinar, donde cada uno interviene según su disciplina y su saber, se puede convertir en un trabajo en red, es decir, organizar la red a partir del lugar central que toma la orientación del trabajo hacia las usuarias y los interrogantes que suscita en las diversas profesionales. Esta elección privilegia otro tipo de vínculo entre las profesionales, más centrado en sostener una conversación permanente acerca del trabajo con la usuaria y sus interrogantes. Una conversación que no esté basada en las rivalidades profesionales, sino en la apertura de la pregunta por el caso.
El modelo utilizado en las supervisiones actúa como brújula para las profesionales, ya que se encuentra basado en la confianza en las invenciones concretas de los diversos agentes de la red: Familias, usuarias, profesionales y recursos externos (educativos, salud, administrativos, legales, etc).
La persona usuaria no es un sujeto pasivo de nuestra intervención, sino que se convierte en el agente principal de su propia historia. El esfuerzo colectivo se centra en crear, entre todas, una nueva pragmática de la acción que insista más en lo que la usuaria es capaz de inventar, en sus soluciones, que no en aquello que no funciona. Esta acción también conlleva a la mayor confianza en la acción de cada una de las personas que interviene con la usuaria, tanto las personas profesionales que trabajamos con ellas así como de las personas significativas para la usuaria. Aquí la idea de bienestar y de salud mental aparece vinculada a los recursos que la usuaria puede poner en acto y a la función de apoyo que para ella puede representar la red de apoyo de la que formamos parte.