Productividad Tóxica: El Impacto en la Salud Mental
Hiperrendimiento y malestar psicológico: Los costes emocionales del rendimiento constante
La cultura de la maximización del rendimiento y de la productividad no solo está transformando nuestros entornos laborales, sino también nuestras vidas, generando profundas consecuencias en la salud mental. El imperativo de darlo todo en cada momento, combinado con expectativas cada vez más exigentes, permea todas las esferas de la vida, generando un profundo malestar en quienes se ven sometidos a sus exigencias constantes.
La ansiedad
La ansiedad se ha convertido en un malestar muy extendido en este contexto de autoexigencia permanente. Las personas experimentan una preocupación excesiva y persistente sobre su rendimiento, las evaluaciones pendientes o los proyectos futuros. Esta ansiedad se manifiesta no solo en síntomas psicológicos como la inquietud, la rumiación o la dificultad para concentrarse, sino también en síntomas físicos como tensión muscular, problemas de sueño o dificultades digestivas. La sensación de estar siempre «en alerta» dificulta la desconexión real del trabajo, creando un ciclo de agotamiento y preocupación constante.
Sentimientos de insuficiencia
El sentimiento crónico de insuficiencia es otro de los costes emocionales significativos. La sensación de nunca estar a la altura de las expectativas, ya sean autoimpuestas o percibidas desde el entorno, genera un estado de insatisfacción permanente. Este sentimiento se ve exacerbado por las redes sociales y la cultura corporativa, que presentan modelos idealizados de éxito y productividad aparentemente sin esfuerzo. La brecha entre estos ideales y la realidad percibida alimenta la autocrítica y la desvalorización personal.
Sobrepensar
Los patrones de pensamiento rumiativo, característicos de estos estados emocionales, llevan a muchas personas a un estado de sobrepensamiento constante. La mente se mantiene ocupada analizando escenarios pasados o futuros, buscando formas de optimizar el rendimiento o anticipando posibles fracasos. Esta actividad mental incesante no solo consume una enorme cantidad de energía psíquica, sino que también interfiere con la capacidad de estar presente y disfrutar de momentos de descanso real.
Incertidumbre y miedo a fallar
La incertidumbre y el miedo al fracaso impulsan comportamientos cada vez más autoexigentes. Las personas desarrollan estrategias de compensación como el perfeccionismo excesivo o la sobrecarga de trabajo, que paradójicamente aumentan el riesgo de agotamiento y deterioro del rendimiento. Este ciclo de miedo-autoexigencia-agotamiento puede llevar a crisis de ansiedad o episodios depresivos cuando el sistema finalmente colapsa.
Abordaje
Ante este panorama, es fundamental desarrollar estrategias que aborden tanto los aspectos individuales como los sistémicos del problema. A nivel individual, el trabajo terapéutico puede ayudar a identificar y modificar patrones de funcionamiento psicológico disfuncionales, desarrollar una relación más saludable con nuestros ideales y tomar aquellas decisiones que incidan en los factores que causan malestar.
Más allá del «tú puedes»
La psicología positiva con eslóganes como “si tú quieres puedes”, “si lo visualizas se concretará”, “consigue la mejor versión de tu mismo”, “solo hazlo”, puede contribuir a empeorar la situación al aumentar la autoexigencia y hacer depender el cambio de la simple actitud o voluntad de la persona.
Un trabajo terapéutico pasaría por identificar los patrones vinculares existentes y los sentimientos y creencias en los que se sostienen (autoreproches, autoexigencias, autopercepciones negativas). La superación de estos malestares psicológicos requiere un cambio profundo en nuestra relación con nuestra vida y valores. Es necesario construir formas más realistas y menos culpabilizadores y autoexigentes sobre el rendimiento y el valor personal, que permitan el desarrollo sin sacrificar la salud mental y el bienestar emocional.
Marcos Böcker
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